martes, 21 de agosto de 2018

21 de agosto 2018

11 meses y 13 días sin consumir

Son las diez de la noche. Ahora estaba pensando q me he pasado más  de 30 años anestesiada.

Creía q había vivido mucho y realmente muy poco de lo vivido es reseñable.

No podía conmigo misma, y todo estaba en un lugar escondido de mi mente. Empezó a vivir poniéndome corazas y drogandome. Muy poco merece la pena. Nada me enseño nada.

Gracias , Dios mío por este nuevo día sin consumir.




miércoles, 8 de agosto de 2018

8 de Agosto de 2018!


11 meses sin consumir...


Me encanta! Es un verdadero milagro.


Viniendo al trabajo, he vuelto a disfrutar de hacerlo. Todo lo que había a mi alrededor me acompañaba... Es maraviloso ver el mar, esa creación divina, inmensa, y fuente inagotable de belleza.




Estoy muy bien...


Ayer con uno de mis terapeutas, me permití emocionarme conmigo misma y sentir agradecimiento por existir. Mi ego me impide sentir compasión por esa niña que fui y que soy.




Nací en Alicante, hija de Rafael y Maria Luisa. Tengo una hermana, y por un lado somos ocho primos que hemos estado muy unidos, alrededor de mi abuela. Las dos familias de mis padres son como la noche y el día.  Mi madre de Burgos, mi padre Alicantino. Me siento y me he sentido siempre muy herida en mi ego, porque pedía a los demás lo que yo no era capaz de darme... amor incondicional, y me fui perdiendo y fui alejándome de ellos, perdida en mi adicción, que me permitia vivir sin sentir dolor.


Sería difícil, y mi historia necesitaría para contarla mucho tiempo y esfuerzo. Y lo voy a hacer, aunque no hoy. Tengo encontrar los hechos, ordenarlos, y escribirlos.


En principio, hoy, intento hacer las paces con mi pasado, con esa niña y adolescente.


Yo, cuando chateaba en internet, decía... -Soy alta, rubia, ojos azules, y mi padre murió cuando tenía dieciséis años.


Me ´fastidiaba que el mundo viviera no estando él en el mundo. Los dos primeros meses, tenía pesadillas, después viví como un fantasma. Recuerdo la culpa porque sentía que me veía viviendo y que ya no estaba orgulloso de mí.


Fui la primera hija, la primera sobrina, la primera nieta por parte de mi madre. Mi madre hija de militar "chusquero" y de una mujer muy inteligente, madre, esposa y abuela ejemplar. Y fue una gran carga. Actuaba de acuerdo a ser todo eso y no supe quien era yo...


Bueno, voy a trabajar. Que ya está bien! ;)







martes, 7 de agosto de 2018

6-agosto 2018 Diez meses y veintiocho días.

He pasado un fin de semana complicado, porque he sido consciente de que mis actos no son los adecuados.Además, el viernes me dijeron que no era honesta, porque cuando compartía, hablaba del acto,  no del diálogo interior que mantenía. Me dí cuenta cuánto me falta para adquirir la humidad necesaria para aceptar las críticas, o los comentarios, que sin lugar a duda, se hacen para ayudar.

El domingo ví "28 días"... y ví la película en constante emoción. Lo mismo reía que lloraba. Recordaba cada uno de los momentos vividos esos meses primeros, donde estaba perdida. Recordé como fuí por primera vez sin tóxico a una recepción, sóla, arreglada... y lo indefensa que me sentí. Como me desenvolví, y lo bien que llegué a casa. Me felicité, viví por primera vez la sensación de convivir con con un mundo en el que me sentía ajena, dando pasito a pasito. Allí conocí a gente muy interesante. Pude distinguir por primera vez en mi vida a personas a las que no hubiera prestado atención en el día a día de los últimos quince años.

Me siento agradecida.

Esta mañana, me he levantado a las seis y media.

Después de hacer mis ejercicios cognitivos, me he puesto una oración de youtube. Me ha tranquilizado al máximo, encomendarme a El. No hay otra, que pedirle que me ayude a reconocer sus señales, le he dado gracias y le he pedido perdón de nuevo. Y que me ayude a no juzgar a nadie ni ninguna situación, a estar en perpetua conciencia.




7-agosto 2018

Diez meses y veintinueve días...

Cómo ser honesta... cómo... tengo mucha culpa en mi interior, me cuesta despegarme de ese ego fabricado de porquerías y más porquerías, cuanto más años han pasado más he ido rellenandole de mierda.

Ayer llegué a la oficina y me llamó mi hermana:

-No te pongas nerviosa, pero ayer en la tablet, mientras estaban los niños con ellas, ví videos y fotos tuyos pornográficos.

Bufff... Jose Pedro, el marido de mi madre.

El hecho de decirle que borrara todo que sino le iba a denunciar... y que cortara toda comunicación con mi ex, algo tan sencillo... me costó un montón. Después llamé a mi hermana y le dije: ya está hecho. Díselo a mamá, si quieres. Actúa como quieras, que yo no te voy a decir nada.

Mi pareja me dijo... es que él ve a la Raquel de siempre, tú no estás teniendo otra forma de actuar frente a él. Tenía razón... por eso le hablé claro.

Por la tarde, me volvieron a decir que no era honesta...

Hoy le he dicho a mi madre que si quiere saber de mi enfermedad, que le cojo una cita con mi terapeuta y se lo explica. Y me ha contestado: ya lo intuyo... Pero nada más.


15:30


Zozobra inútil
Como inútil es el pasado

Torbellino de pensamientos inútiles
Lagrimas de un pasado q ya no existe

Hoy es hoy, esperanza y júbilo 
Todo fluye igual q manana

Dios está en todo 

No hay mas
Ni nada menos

El es la clave de todo 

Y todo es mi Diis

El enemigo está en mi, 
Dios también

Solo es escoger el camino
Olvidando el oscuro camino 


Son dos en mi
El infierno de mi cabeza q me atrae
Es más fácil rendirse a luchar

Luchare, me lo prometo
Día a día
Sin tregua


Y llegará la consciencia rompiendo una y otra vez mi cabeza, el enano, el diablo q no quiere desaparecer.


Soltar el control, dejar de juzgarme pa


He visto a mi ex y me ha dado mucha lástima .

El otro día me hizo llegar q estaba con un golpe de calor y no tenía quien la ayudara. No fui, me priorizé. Hoy al verla lo he sentido como una persona q sufre pero se q soy impotente y además estoy todavía muy muy enferma. 

Mi madre me dice: yo a esos psicólogos a los q vas les diría... 

Y yo, mamá tú a un esquizofrénico le sabrías tratar?

Se pone nerviosa y me dice: no eres esquizofrénica, te tomas alguna pastilla q te hayan recetado?

No, mamá, no.

Y me he quedado pensando: a ratos soy esquizofrénica, como q no. 

Sigo sin sentirme libre, y sigo teniendo miedo. 


El problema de ella es q es muy muy egocéntrica. Quiere q vaya a comer a diario, y su pensamiento es: no viene, no eres normal. 

Tiene q conocer mi enfermedad porque me duele todavía hacer mucho daño.  

Bueno escribo para no pensar. Acabo de leer poemas de Ángel Gonzalez y me he vuelto a emocionar. Me encanta porque yo ya no saboreaba la poesía y leía y es algo q voy a recuperar. En adiccion, en la adolescencia, me encantaba ir a las librerías , y tengo miles de libros.

Hacia el séptimo mes de recuperación, leí un tocho, después de 10 años, me metí en Mexico. Viví a principios de siglo.  Y me sentí yo misma. 

Mis amigos eran los personajes de las novelas que leía. Me decía: como diría Levin... (Anna Karenina)  o 
El relojero un loquico(entre comillas) de Los Gozos y las sombras. 



Ayyyyy, bien... con este ratito de escribir me encuentro mejor. Hoy no he consumido, gracias Dios mío!




viernes, 27 de julio de 2018

Día de eclipse!

Nuevo día..., despejada..., tranquila...

Mi madre, que tiene 77 años, me ha llamado indefensa, como una niña... Ayer le dió un golpe al coche. ¡Pobre!

Tranquila, mamá... doy el parte, y lo llevas a Emilio. En dos días lo tienes. Ya te dejo yo mi coche (era suyo, y me lo ha dado este año, cuando se compró uno nuevo).

Ayer estuve todo el día enroscada, por un asunto de estar llamando 11 veces a mi pareja y en lugar de pensar: no se ha enterado, me imaginé toda una serie de situaciones que hoy me llevan a pensar, hasta que punto, la enfermedad es mental, y me hace pensar situaciones grotescas y distorsionadas. Te quedas en ellas, te atrapan, y no ves más, te las crees. ¿Por qué no pienso de forma sencilla, y directa?

qué más da...! Con el tiempo, si sigo aquí, ilusionada, y feliz, pasará...

Voy a reuniones de NA y es un ratito de escuchar, y siempre salgo relajada. Ver a otros compañeros, los más veteranos, lanzando mensajes a los que empezamos...

Llevo 323 días limpia.Diez meses y diecinueve días.

Toda mi vida ha estado ligada al tóxico. Estos meses me he desmontado miles de películas. Recuerdo el día que fuí al medico especialista en adicciones, y me dijo que tenía que dejarlo todo, si quería estar en tratamiento. Me dió lexatín, durante un mes y medio, porque venía muy muy acelerada. Fuí porque era adicta a la coca, que no lo controlaba. Y recuerdo que cuando me dijo que tomara "antabus·, pedí toda clase de explicaciones y me tuvo que decir: te lo tomas porque sí, porque es el tratamiento.

Resulta que "yo creía" que ni era alcoholica, ni había tomado pastillas en mi vida...

Los dos últimos años, era una mujer muy muy triste. En el bolso llevaba botellitas de alcohol y siempre coca. Ya no salía a ningún lado, me recluía y me escondía con mi adicción. Me intoxicaba en la oficina, en casa, en el bar más cutre que encontrara, en todos los lados y a todas horas. Con mi pareja, tenía sexo muy duro que me provocaba más y más dolor. Mi vida era un infierno. Todos los días dolores, siempre costipada y con problemas de salud. En épocas de mucho trabajo, ataques de alergia, que me llevaban al hospital.

 El día que mi pareja se enteró de que me metía tóxico a diario, llamé al primer sitio que encontré por internet. Fuí, me dijeron que tenía una enfermedad que se llamaba adicción y que si estaba dispuesta... conseguiria ser feliz... Me lo decía un adicto, con una gran sonrisa... Me habló de la neuroplasticidad del cerebro.¡qué alivio!!!. En el grupo de terapia, después de cuatro meses..., había un chavalillo, que alucinaba... Yo, ya era otra persona. En los primeros días, hablaba y hablaba y hablaba...decía cosas distorsionadas. Me trabajé a diario la impulsividad, y vualá... mi vida iba mejorando.Dije en la oficina, que estaba enferma, y que tenían que tenerme paciencia.

A eso me agarro..., a que dejar de consumir..., ha mejorado mi vida, le ha dado la vuelta... Cuando pienso, me digo... ¡qué haces pensando! Sabes que tu enfermedad en un rato te va a decir lo contrario, o lo vas a ver diferente... Qué locura!!!

Me rendí..., del todo... y aquí estoy.  Sé que continuo en el autoengaño, en la negación, y en la impulsividad, pero tengo la suerte, de que hay mucha gente que me ayuda. Sé que sóla no puedo.

Gracias a Dios, a mi hija, a que nací de la familia que lo hice, a mi pareja, que me salvó la vida, a mis nuevos terapeutas, y a todo el grupo de Na... Hoy voy a tener un buen día.












jueves, 26 de julio de 2018

He tenido muchos blogs en mi vida...siempre anónimos. Esta vez, no quiero anonimato, ni voy a releer nada de lo que publique, porque tiene que ser diferente a lo vivido.

El último lo cerré en el 2008 y hace tres meses lo reabrí con esta entrada:

  Me hace ilusión abrir de nuevo este blog. Le tengo un cariño especial. Han pasado muchos años y muchas cosas en mi vida, pero la más importante: es q he sabido al fin q le pasaba a mi cabeza, el porqué de mis incongruencias , el porqué de esa insatisfacción q llevaba a cuestas y q tapaba con nuevos amantes, nuevas parejas, siempre un ir y venir por la vida sintiendo q la estába desperdiciando. Si, lo descubrí hace ahora siete meses. Estaba enferma, muy enferma y esa enfermedad tenía cura. Bueno , el caso es q soy adicta y ahora mismo en recuperación. Recuperando las riendas de mi vida, dejando al amor de mi vida, q eran el alcohol y la coca. Estoy desnuda, aprendiendo a vivir de nuevo. Experimentando el placer de despertarme cada día e ir reconociendo cada detalle y sensación de todo lo q está a mi alrededor. Han sido meses de mucho miedo, rabia, aburrimiento, frustración, pero con la ayuda un grupo de terapia ( compañeros de la misma lucha)y de una persona maravillosa que me dirije y explica y no deja que mi cabeza me engañe, he renacido.

Desde entonces, me han pasado muchas cosas. He empezado a mirar el foco hacia el interior. Tuve, después de esa entrada, que cambiar de terapeuta, y grupo. Empezé en NA..., y en un centro ambulatorio, con profesionales que saben lo que es la adicción, porque ellos mismos son adictos en recuperación, dejé a mi pareja adicta y sigo pasando y viviendo con optimismo la recuperación. Me encanta... es algo maravilloso. Sentir que estoy viva. Aprendiendo a vivir intensamente el momento en el que estoy. He abierto este blog, para obligarme a escribir cada día algo, que me ponga el traje de adicta en recuperación constante. Intento que todos los pensamientos que surjen en mi cabeza, sean eso, simplemente pensamientos, que no me atrapen. Hoy me he levantado con mi pareja, un poco tarde,  a las siete de la mañana. Y todos los sucesivos momentos restantes, han sido para que mi inconsciente, intentara sabotearme. Empezar a contaros el día, sería quejarme de situaciones que yo misma he provocado con lo que me decía de ellas. Hay un libro que no recuerdo ahora de quién es que se titula: conquistar tu mente... En eso estoy...


jajajaja, me rió de mi misma... conquistar tu mente... jajajaja.... Dios..., lo que me queda. Dejar de creerse todo lo que te dices, porque directamente es mentira, o porque está basado en esperiencias heredadas, o vividas en primera persona, pero con una mente enferma... es dificilísimo. Además, que no sirve de nada... porque lo único importante es sentirme viva, tranquila y feliz.



Luego me he dejado llevar, he rezado (he recordado "la Salve", hacía muchisimos años que no la rezaba)., y he abierto internet...  y "vualà":


 La gran mayoría de nosotros relacionamos la felicidad con determinados momentos de dicha como ese instante fugaz en el he conseguido el trabajo que deseaba, los primeros meses de enamoramiento, el precioso día de campo que he compartido con las personas a las que quiero… ¿Y el resto del tiempo? El resto del tiempo solemos pasarlo dejándonos llevar por la marabunta de quehaceres diarios, por las acciones automáticas, o por la angustia de solventar determinados problemas que en el presente nos parecen vitales, pero que pasado el tiempo se desvanecen, como si nada, en el saco roto de lo intrascendente. En ese “resto del tiempo” es donde perdemos preciosos momentos que podríamos haber utilizado en vivir apasionadamente. ¿Qué quiere decir vivir el presente? Vivir el presente significa vivir apasionadamente, cada momento. Pero no solo los momentos que nos gustan, o los momentos que hemos deseado que ocurran, sino todos. Vivir el presente significa no pasar el día en ensoñaciones o maquinaciones mentales sobre cómo deberían ser las cosas, sino prestar atención a lo que son en realidad y vivirlas sin cortapisas, aunque sean dolorosas o aunque no sean como esperábamos. Vivir el presente significa que cuando estoy dando un paseo, estoy sintiendo el aire, los sonidos, mi cuerpo, en lugar de repasar mentalmente todas las cosas que tengo que hacer o regocijarme en ese problema terrible que tengo y que no sé cómo solucionar. Si decides dar un paseo, da un paseo apasionadamente; si vas a jugar con tus hijos, juega como si fueras uno de ellos y, cuando sea el momento, vive apasionadamente y con toda tu atención el proceso por el cual harás todo lo que esté en tus manos para resolver ese problema terrible. La felicidad no reside en el pensar de las cosas, sino en vivirlas. ¿Qué quiere decir vivir desde la humildad? Vivir con humildad significa vivir las experiencias no como si fueran algo que merecíamos, que esperábamos, o que preveíamos, sino como una sorpresa, como un regalo que jamás hubiéramos esperado recibir. Para poder vivir apasionadamente el presente, es necesario amarlo en toda su dimensión. Y para amarlo en toda su dimensión, lo primero que debemos hacer es aceptar que no tenemos control sobre la vida o la existencia. Que solo tenemos control sobre nuestras emociones o sobre el modo en que percibimos la vida, pero no sobre las cosas que ocurren. Para poder amar la vida apasionadamente, debemos aprender a amar también todas aquellas cosas que no nos gustan y no dar por hecho que la vida debe ser como nosotros queremos que sea. Si vivimos desde el “derecho”, sufrimos con las cosas “buenas” porque tenemos miedo de perderlas y tarde o temprano se terminarán, como todo. Y también sufrimos con las cosas “malas”, porque esperábamos algo diferente. Si vivimos desde la “humildad” ocurra lo que ocurra será un regalo, porque no esperaba nada, y porque la felicidad reside en haber sido coherente con la persona que soy, haciendo las cosas que creo que debo hacer, cambiando las cosas que puedo cambiar y aceptando las que no están en mis manos. Los muros que nos alejan de la felicidad Seguro que estás pensando que sí, que todo esto está muy bien, pero que no resulta nada fácil. Para poder experimentar esta clase de dicha vital, normalmente hay dos factores que suelen interponerse en nuestro camino: Entender las experiencias dolorosas o difíciles como negativas. Que las experiencias dolorosas o difíciles nos enseñan, es algo evidente. Creas o no creas en el destino, en la sabiduría de la vida, o en si esas experiencias tienen un propósito trascendente y místico o no lo tienen, lo cierto es que las experiencias dolorosas siempre nos ponen delante de las narices una lección que aprender. Y eso no es negativo. Doloroso sí, pero no negativo. Si ocupas parte de tu tiempo en reflexionar sobre esto, puede que ese dolor baje de intensidad. Es decir, al hacer consciente el hecho de que yo no tengo el control sobre la vida y que a veces es necesario pasar por ciertas experiencias para llegar a un lugar, es posible que el dolor ya no sea tan intenso. Por ejemplo, desinfectar una herida, duele, pero si hago consciente el hecho de que es necesario desinfectarla para que cicatrice normalmente, seré capaz de aceptar el dolor sin sufrir. Si, por el contrario, insisto en revelarme contra la doctora que me cura, lo mas probable es que que acabe haciéndome más daño y sufriendo inútilmente, pues la herida seguirá ahí, quiera yo o no quiera, y encima se infectará. Huir del dolor En esta sociedad existe un miedo, casi patológico, a sentir. Cualquier cosa que nos haga perder el control de las circunstancias nos aterra. Y lo peor es que no nos damos cuenta de que, en realidad, no hay nada que nos haga perder el control, puesto que nunca lo hemos tenido. ¿Cuántas veces hemos escuchado a una persona, con su mejor intención, decir: “Deja de llorar, que no es para tanto, venga sal, vamos a reírnos un rato, no puedes seguir así”. Cuando lo que en verdad necesitabas era que te dijeran: “Llora, porque necesitas llorar, aquí tienes mi hombro y, cuando el dolor se haya pasado, ya saldremos a reírnos un rato”. Volvamos al ejemplo de la herida. Si tengo una herida pero insisto en no verla, en no curarla y hago ver a todo el mundo que no la tengo, la herida seguirá sangrando. A lo mejor con el paso del tiempo termina cicatrizando de todas maneras. Pero si dejo que la doctora me cure y acepto que tengo una herida y lloro si me apetece mientras me ponen un desinfectante, seguramente la herida cicatrizará mucho antes. Perder a un ser querido duele, terminar una relación duele, las traiciones duelen, la duda duele y la vida duele muchas veces. ¿Qué tal si lo aceptamos y lo vivimos apasionadamente, cuando toque vivirlo? ¿Qué tal si no nos resistimos? ¿Qué tal si aceptamos que no tenemos una respuesta, una solución? ¿Qué tal si lloramos hasta que las lágrimas se terminen y nos cansemos de llorar? Entonces seremos capaces de reír, de verdad, con el corazón, y volver a salir al mundo para seguir viviéndolo apasionadamente. La soberbia El problema es que esta “sociedad del bienestar” (muy entre comillas) nos enseña que la felicidad reside en el placer, en el derecho, en tener mucho haciendo poco, en responsabilizar al mundo de mi sufrimiento, en disponer de muchos avances que me permitan una vida cómoda y sin dolor, sin cambios, y predecible. Y por eso solemos relacionar la felicidad con ese estado de placer o comodidad, que incluye matar a un bichito cuando me molesta, quejarme de todo aquello que me incomoda, dar por hecho que mi labor y mi persona son imprescindibles o sentir que el éxito es que la vida y el mundo se comporten como yo quiero que se comporten. Las circunstancias pueden ser muy diferentes a lo largo de nuestra vida, pero solo hay una cosa que se mantiene estable, y eterna, solo una, y es el cambio. Todas las cosas empiezan y se acaban. Y sufrir por ello es una pérdida de tiempo y de felicidad, pues acabarán de todos modos. El valor del esfuerzo Imagina que estás dando un paseo por el campo y ves, a lo lejos, una pradera preciosa a la que te gustaría llegar. Está llena de flores y quieres disfrutar de su aroma. Es más, sientes un poderoso impulso que te incita a llegar hasta allí; que ese el cometido de tu vida. En este punto tienes dos opciones: La primera, sentarte a la bartola y esperar a que alguien pase por allí y te lleve en brazos. Sin duda esta opción sería muy cómoda, pero podría ocurrir que no pasara nadie o que los que pasaran terminaran cansándose de ti o incluso que, con el tiempo, tus piernas se atrofiaran y ya no tuvieras la capacidad para moverte por ti mismo. La segunda, caminar. Pero caminar, teniendo en cuenta que no sabes con qué te vas a encontrar, que el trayecto requerirá un esfuerzo, y que seguramente te tropezarás y tendrás que seguir caminando con el cuerpo dolorido durante algún tiempo. Con toda seguridad también te encontrarás paseantes que van en la misma dirección y que te ayudarán, te darán agua para saciar tu sed y conversación entretenida. No sabes cuándo llegarás, ni siquieras si llegarás. Pero quizá un día descubras que no hacía falta llegar hasta la pradera, que por el camino estaban presentes todas las flores que alguna vez quisiste oler. Algunas ideas sobre la humildad, el presente y la felicidad Dicen que dar consejos está feo, pero no puedo evitarlo, siempre fui una mariaconsejos. Sobre todo porque me encanta recibirlos. Muchas veces, en medio de la oscuridad aparece una luz, una frase, un libro, una opinión que me inspira. Porque entiendo que todos somos lo suficientemente sabios como para adoptar aquellas ideas que nos parecen interesantes y descartar aquellas que nos parecen intrascendentes. Lejos de pretender tener alguna verdad en mis manos, ya que como dijo Sócrates solo sé que no sé nada, comparto con vosotr@s algunos pensamientos: Cuando me esfuerzo con responsabilidad por caminar el sendero que he decidido recorrer, me siento feliz. Por el simple hecho de caminar en esa dirección, con coherencia. Esa es la recompensa, caminar con honestidad, aceptando todas las consecuencias. Cuando recibo algo maravilloso en mi vida, trato de percibirlo como un regalo inesperado. No siempre lo consigo y a veces lo doy por hecho, pero intento que no sea así. Intento recordar que no tengo el control y que lo único que está en mis manos es disfrutar apasionadamente de ese regalo, mientras dure. Cuando confío en la vida, me siento a salvo. Y cuando no confío en la vida, procuro reflexionar sobre el hecho de que cualquier experiencia tiene un propósito, que esa experiencia era necesaria en el camino y trato de sentir a la vida como si fuera una amiga, una madre, que no siempre me deja hacer lo que yo quiero, por mi propio bien. Muchas veces me comparo con un animal, para desprenderme del ego. Los animales no se quejan cuando no encuentran comida, ni cuando llueve o hace frío. Simplemente se dejan llevar por esa fuerza maravillosa que les impulsa a permanecer vivos. Y cuando encuentran comida o cuando hace un día radiante, lo disfrutan y se tumban al sol, haciendo la digestión de sus manjares sin pensar en el hambre de mañana. Cuando nos hacen daño, tendemos a sacar el orgullo a relucir inmediatamente. Yo lo he hecho muchas veces, me he equivocado muchas veces, y lo sigo haciendo. Pero cada tropiezo me lleva al mismo lugar, a la misma conclusión: Cuando me muestro como soy, con mi fragilidad, sin ocultarme tras una máscara de fortaleza, me siento mejor. Si me hieren, no es cosa mía. Si aún herida, soy capaz de seguir queriendo, mejor para mí. Cuando he sacado el orgullo a relucir siempre me he quedado con las ganas de saber qué hubiera ocurrido si hubiera mostrado abiertamente quién soy. Cuando admito que he perdido, me siento mejor. No hay nada que yo pueda hacer con respecto a las cosas que no dependen de mí y eso me proporciona una sensación de calma y sosiego que me tranquiliza, aunque haya, entre comillas, perdido la batalla.

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